jueves, 23 de abril de 2015

Un socio, un compañero, un amigo...

El título habla por si solo. Casi todas las aventuras comienzan en uno mismo y van desarrollándose según las circunstancias. Por regla general, todos tendemos a caer en algún momento o a sentirnos insuficientes para abarcar todo lo que queremos llegar a conseguir, y por culpa de los sentimientos humanos que tienen lugar frente a las adversidades. Todo esto está regulado por la actitud que, pese a fluctuar de manera constante, tiende a seguir una línea mas o menos continua según la persona.

Esa fluctuación puede llegar a ser más estable y positiva, si hay un flujo de motivación constante. En este caso, hablo de un compañero de aventura. Este tipo complemento emocional es más difícil de encontrar de lo que parece, ya que que las personas con distintas personalidades tienden a chocar entre ellas constantemente, haciendo que lo profesional se vuelva personal y llegando a romper más que un equipo de trabajo.

Aplicando esto a mi vivencia personal, he de decir que tengo el complemento perfecto. Una persona que me complementa. Una persona que sabe anteponerse a mis errores. Una persona que me hace reír en los momentos más tensos y que sabe tomarse el trabajo de una forma seria y a la vez divertida. Una persona con la que todas las disputas por llevar la razón acaban en una solución. Una persona con la que cada visión, acaba en un proyecto o ambición. Una persona que sabe aprovechar tus puntos fuertes y ceder en sus debilidades. Un socio perfecto, un espléndido compañero y aún mejor amigo...

Iñaki




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